Pía Barros, mamá de Benjamín Knabet (4º), está segura que dentro del proceso de preparación para la Primera Comunión, la entrega de la Biblia es el punto más alto porque es “la base de lo que significa ser un buen cristiano, amar al prójimo, amar y respetar a los demás y a uno mismo”. Ese es el sentido de la jornada vivida el sábado 3 de junio por padres e hijos de nivel 4º que comenzó en las salas donde los catequistas los acogieron con una oración y les dieron las directrices de la búsqueda comunitaria del tesoro que no era otro que la palabra de Dios.

Fue una experiencia de fe, comunitaria y lúdica, comenta Paulina Moraga, encargada de Pastoral Familiar de la I Unidad. “Hay un objetivo que es que los papás se hagan parte del proceso de los niños”, explica. “Para el crecimiento en la fe de los niños es muy importante que ellos vean que los papás les importa, que están dispuestos a tener una mañana solo con ellos. Creo firmemente que el niño tiene la experiencia de un Dios que quiere acompañarlo, porque Dios se expresa a través del cariño de los papás. Los papás juegan toda la mañana con ellos y cuando son más grandes y vuelven a este momento vuelven a un lugar calentito, rico, entretenido”.

La jornada también tuvo como objetivo mostrar que una forma de aproximarse a Dios es a través de su palabra y que Dios habla a través de lo que está escrito ahí. La jornada terminó con una liturgia donde los padres conversaron con sus hijos, los bendijeron y el sacerdote, padre Eduardo Ponce SJ, asperjó agua bendita a las familias.