Invitados por el Centro de Padres, 300 familias georgianas, alrededor de mil personas, forestaron el cerro aledaño al estadio del colegio con especies nativas como la palma chilena, el peumo y el quillay, con el fin de formar un bosque esclerófilo propio de la zona central del país. La actividad, que contó con la presencia de gran parte de la comunidad, ocurrió el sábado 18 de agosto.

Somos privilegiados al habitar a los pies del cerro en un entorno lleno de verdor, dijo la vicerrectora, Milena Schublin, en sus palabras de bienvenida, y que en este contexto se desarrolle la formación intelectual, valórica y espiritual de nuestros estudiantes. “Hoy sabemos que no podemos desarrollarnos sin proteger nuestro medio ambiente. Como el Papa Francisco dijo en la encíclica “Laudato Si”, la tierra, nuestro entorno, el medio ambiente, es nuestra casa común y nuestro deber es cuidarla”, señaló en su discurso. Además. la vicerrectora agradeció a las familias que se inscribieron “para plantar cada uno de los 300 ejemplares que adornarán el cerro aledaño a este estadio.
Ellos representan a toda la comunidad georgiana que se compromete a cuidar de estos árboles, de la belleza de nuestro entorno, que se compromete a reciclar más en los contenedores dispuestos a la entrada del colegio y, sobre todo, que se compromete a cuidar el valor y la diversidad de cada uno de los niños, niñas y jóvenes que llenan nuestras aulas día a día”. Añadió: “Dios quiera que estos árboles que hoy se plantarán vean a los georgianos crecer, desarrollarse como seres humanos íntegros y llegar a ser unos verdaderos cristianos comprometidos y ciudadanos competentes para el mundo que les tocará vivir”.

El padre James McDonald C.S.C, rector del colegio, leyó el relato del tercer día de la creación escrito en el Génesis, cuando Dios dice: «Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla adentro». Y así sucedió. La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era bueno. Tras esto agradeció a los que hicieron posible esta significativa experiencia: al apoderado Andrés Bravo, de quien surgió la iniciativa; a Ignacio Casali que apoyó la idea con sus conocimientos de ingeniero agrónomo y a Jaime Martínez, el apoderado que donó las protecciones para que los conejos no se coman los nuevos árboles. El rector también agradeció a todos los auxiliares que trabajaron para tener el terreno dispuesto para las nuevas especies y que además instalaron el riego para que nuestro bosque esclerófilo se mantenga en el tiempo.

Tras sus palabras, el padre David Halm C.S.C, director de pastoral del Saint George ofreció una oración con la que se bendijo a los presentes, que luego se dispusieron en filas, ordenados por niveles y unidades para plantar los árboles al pie, el medio o en la cima del cerro, según la edad de los alumnos.

Juan Pablo Muñoz, presidente del Centro de Padres, se mostró muy contento por la organización de la actividad y dijo que espera que lo vivido el sábado sea el inicio de una especial tradición que perdure en el tiempo.
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