El Papa Francisco nos invita a “levantarnos del sofá” y a ponernos en marcha. “Encuentro en la calle” hace que nuestros jóvenes se pongan de pie, se ensucien las manos y se pongan a trabajar por la igualdad, la equidad y la solidaridad, dice Miguel Angel Morales, responsable del proyecto pastoral de la III Unidad.

El lunes 7 de mayo, 49 estudiantes de 10°, 11° y 12° participaron del proyecto pastoral “Encuentro en la calle”. También acompañaron la experiencia algunos adultos: las profesoras de la I Unidad Ofelia Saragoni, María José Gutiérrez y Francisca Benítez; el ex alumno y monitor de Confirmación, Diego Montes; la monitora de confirmación María José Segovia; los ex alumnos y colaboradores en el proyecto, Isidora Fernández y Juan Cristóbal Castro; el director de pastoral del colegio, padre David Halm C.S.C, junto a Miguel Angel Morales como asistente de pastoral de la III Unidad.

“Fue una jornada llena de la presencia de Cristo”, relata Miguel Ángel, “al iniciar la salida, hicimos un envío con la lectura del evangelio del domingo: ‘Ámense unos a otros como Yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Yo no los llamo servidores, los llamo amigos’”. Después de escuchar la Buena Nueva se hizo una petición especial a los presentes: que durante todo el encuentro tuvieran una sonrisa en el rostro “para transmitir la alegría, amor y esperanza de Cristo a nuestros hermanos marginados y en situación de calle”, dice Miguel Angel.

En la Vega Central nuestros jóvenes  transmitieron  la alegría y el gozo del resucitado a las personas que, por una u otra razón, viven en situación de pobreza extrema. “Los sentí muy empoderados de la situación y sobre todo con ganas de querer contribuir a la vida de estas personas”, cuenta. Para él, el café y el sándwich “nos sirve de puente para generar lo que más buscamos, un verdadero y profundo encuentro entre los jóvenes y los más desposeídos y en sus rostros descubrir el de Jesús”. Reflexiona: “Habitualmente les digo que hagan el esfuerzo por quitarse toda resistencia y permitirse el encuentro con Cristo, que cambia y revoluciona la vida de quienes hemos tenido la oportunidad de verlo, oírlo y seguirlo”.

Espera que la experiencia de servicio en la Vega Central pueda marcar a los jóvenes: “Creo que la pobreza y marginalidad en la que viven tantas y tantos en nuestra ciudad, no pueden seguir esperando. Hace falta que exista una especial atención y ocupación por estas personas. Hemos recibido una sociedad desigual y es nuestra obligación como cristianos hacerle frente y generar cambios profundos y verdaderos”. Añade: “Tengo esperanza en que este proyecto encienda en sus interiores una llama de revolución solidaria y amen a su prójimo y se ocupen de él”.